Marchando una de caballeros a la plancha y dos de damas con mostaza.

 

   

Fotograma de la película JUANA DE ARCO



      Empezamos con la Edad Media y seguimos a vueltas con esto de los géneros, y o precisamente los literarios.  Sí, y es que los géneros literarios eran tres, en principio: Lírica, teatro y narrativa. Pero luego se sumó en ensayo y ya no les quedaba el número mágico. 

   Y en todo caso ¿La Celestina es teatro o es novela? El Poema del Mío Cid…¿Es poesía o es narrativa? 




Y es que las cosas no siempre se ajustan al marco donde queremos meterlas, a la casilla asignada. Lo mismo pasa con los géneros masculino y femenino. Cuanto más primitiva es una cultura más fácil resulta reconocer la casilla que te han asignado y de la que no tienes que moverte, pero luego las cosas se van complicando y hoy en día, en muchos países culturalmente avanzados, nacer con una asignación masculina o femenina no debería suponer ninguna limitación a la hora de desarrollar tus intereses personales, de escoger una estética personal y de seguir tus inclinaciones sexuales, aunque todavía hay estereotipos vigentes y muchas limitaciones y marcos de los que a veces, cuesta salir o entrar. En el mundo sigue habiendo muchísimas diferencias que perjudican un desarrollo armónico y libre de los seres humanos.


  


     Pero y ¿qué pasa en la historia? ¿Cómo se ha reflejado esto en la literatura? Ya hemos visto que ha habido grandísimas escritoras como Safo que superaron todas las barreras y fueron admiradísimas, pero en el mundo antiguo no era fácil ser escritora, ni ser nada que no fuera madre y encargada del hogar. Salvo si eras pobre, claro, entonces tenías que trabajar de sol a sol, porque ahí no había dinero ni prestigio en juego y no importaba a nadie si tenías que dejar tus obligaciones en la casa para ocuparte de otras tareas ya fuese como sirviente, esclava o sierva. Por tanto, ser ama de su casa y nada más era una verdadera aspiración para todas las mujeres que tenían que trabajar sí o sí, además de ocuparse de la casa y de los hijos e hijas.

   


       Esta realidad dispar se reflejará en algunos de los textos que vamos a leer. Empezamos con dos, uno de María de Francia, la primera escritora de la literatura francesa y Chretien de Troyes, contemporáneo suyo. Ambos nos ofrecen una visión de la masculinidad que cuestiona la masculinidad y la feminidad y en ambos hay una complicidad de pareja, un acuerdo para romper el molde y salirse con la suya. La forma de mostrar el hombre que ama puede ser acorde con lo que se le pide: ser fuerte por encima de todo o fingir no serlo. Quedar bien con las expectativas de lo que debe hacer un hombre ante una mujer, o no. En ambos se cuestionan estas expectativas, en el primero de una forma, y en el segundo de otra muy diferente. Pero ¿qué buscamos realmente las mujeres en los hombres? ¿Qué esperamos de ellos? ¿Qué significa hoy en día ser hombre o ser mujer? ¿Tenemos algún conflicto interno al respecto? ¿Lo tiene la sociedad? ¿Qué tensiones genera este conflicto?

   Una vez más la literatura está ahí para mostrarnos una visión compleja del mundo y para hacernos pensar… hasta donde lleguemos es cosa nuestra.