Buenas palabras sobre buenas personas.



   Ser profesora es algo verdaderamente alucinante. Especialmente si das clase de lengua y literatura. No existe ninguna otro lugar donde los jóvenes puedan abrirse de un modo tan maravilloso como lo hacen a veces en clase, cuando leen una redacción en la que han dejado traslucir sus miedos, sus deseos, sus heridas, sus esperanzas rotas... retazos de sus corazones. Hoy en clase de Literatura Universal vivimos no de esos momentos mágicos.  Teníamos que leer las redacciones a partir de las palabras  de Emily Dickinson: " Si puedo evitar que un corazón se rompa no habré vivido en vano" . Raúl nos había hablado el jueves pasado de su encantadora abuelita, y a partir de ahí surgió la magia de la literatura, el resplandor de la palabra. No sólo expresamos nuestra admiración por personajes de la historia que nos conmovieron en su grandeza, o en su fragilidad... sino que hicimos un pequeño homenaje a hermanos, hermanas, madres, padres, abuelos, abuelas que, ya lejos para siempre o todavía a nuestro lado, nos ayudan a seguir adelante en esa difícil tarea que muchas veces es vivir.
Dedico esta entrada a aquellos que dieron mucho sin pedir nada más a cambio, que la certeza de saber que la bondad es el mayor de los bienes. Estáis ahí. Os siento cada día.