Se miran, se presienten, se desean...



¡Ya estamos todo el grupo de nuevo! Me alegro mucho de que hayáis disfrutado de vuestro viaje y visitado ciudades tan fascinantes como Florencia y tan incomparables como Pompeya. Esas anécdotas que os han enfadado tanto quedarán en vuestra memoria almacenadas como esos chistes tan graciosos que te cuentan una tarde cualquiera y recuerdas, inesperadamente, para siempre. La vida tiene componentes de comedia ligera, a veces, y creedme, es necesario que guardemos esos recuerdos banales de nuestros tropiezos más tontos o de nuestras pasadas iras más ridículas, como pequeños tesoros con los que poder adornarnos en los momentos de verdadera tristeza.


Pero yendo a nuestros temas. Hemos dejado atrás el teatro y ahora vamos adentrándonos en el mundo de la literatura hispanoamericana, un mundo que, estoy segura, os atraerá poderosa y definitivamente, ya ha sucedido de nuevo la mágia de Como Agua... no ha habido una sola persona que me haya dicho ...uf, o vaya, o no sé no sé, todo el mundo ha quedado encantado un año más. Pues bien, no os imagináis lo que os queda por leer y por sentir y por saber. ¡Tenemos una suerte tan extraordinaria de poder compartir nuestra lengua con tantos países! Y es que no es lo mismo nunca leer un texto traducido que en versión original; ya, ya sé que os machaco un poco con este tema.


Estoy ansiosa por escuchar de nuevo vuestras exposiciones sobre los autores a autoras que hemos seleccionado. Como me ha tocado Oliverio Girondo os hablaré de él, mañana. Hoy sólo me gustaría adelantaros que se trata de un poeta argentino y que es el autor de ese poema que recordarán las personas que el año pasado dieron clase conmigo, causó sensación, como era de esperar, y comenzaba así...

Se miran, se presienten, se desean,


se acarician, se besan, se desnudan,


se respiran, se acuestan, se olfatean,


se penetran, se chupan, se demudan,

se adormecen, despiertan, se iluminan.




Mañana, más Oliverio.