No voy a negar que se trata de uno de mis escritores favoritos. Una
persona tan extraordinaria y un escritor tan sobresaliente que casi parece algo
imposible, como si no fuera de este mundo, como si hubiera bajado de una
estrella para inundar el mundo con su luz.
No dejéis de leer en
algún momento en vuestra vida sus novelas Los Miserables y Nuestra Señora de
París. El estilo decimonónico, tan meticuloso en las descripciones, puede
resultar algo pesado a un lector o lectora actual acostumbrado a la pincelada rápida,
pero merece la pena dejarse inundar por toda la sensibilidad e inteligencia crítica
de despliega. Su capacidad para saltar los perjuicios y su esperanza en el ser
humano y su capacidad para sobreponerse sobre el mal y el dolor.
Aquí os dejo una
escena de la adaptación cinematográfica de Los Miserables.
Sé que muchas veces
parece que lo sombrío y lo negro sean los temas predominantes en la literatura,
pero también esta cargada de belleza, en el sentido más profundo de la palabra.
Me despido de todo
el grupo con la ilusión de veros después
de vacaciones. Además de divertiros y todo eso, descansad y reponed
fuerzas porque el tercer trimestre suele ser complicado, en general, no en mi
asignatura. Yo tengo la certeza de que
vais a seguir progresando y tengo muchas ganas de abordar con todos-as la
literatura de siglo XX.
No os voy a mandar
tareas, sólo que enredéis un poco con vuestros blogs, que les dediquéis unos
buenos ratos para que podáis enorgulleceros de ellos. Lo que sí os dejo son dos entradas más después
de esta, espero que os gusten, que os inspiren y os ayuden a reflexionar y a
crecer como personas. Ese es mi principal objetivo.
¡UN ABRAZO Y HASTA
MUY PRONTO!